Cuando estaba en Portugal comenzando de cero, caminaba todos los días en la mañana y agradecía a Dios por cada mínima cosa de mi vida… La gratitud acelera bendiciones.
Realmente en ese momento no era tan genuino el agradecimiento porque me sentía triste por haber perdido muchas cosas en mi vida de un solo golpe.
Pero me forcé a acostumbrarme a sentir gratitud a pesar de que las cosas en mi vida no estaban exactamente como quería.
Un día caminando en mi rutina de agradecer, comencé a sentir una gratitud inexplicable y muy grande dentro de mi. Ese nivel de gratitud que te hace llorar. En ese momento de alegría inmensa que había creado dentro de mi, bajé la mirada al piso y vi algo brillante en el suelo que me encandiló: Era un anillo. No sé de quién era, no sé porqué estaba en el suelo. Solo lo agarré y lo llamé: El anillo de la gratitud.
Desde ese entonces no me lo había quitado de mi mano izquierda para recordarme agradecer cada mínimo detalle de la vida. No me lo había quitado hasta este momento que mi Jake me dio mi anillo de compromiso.
Y te digo algo de todo corazón, la vida se pone cada vez mejor si agradeces todo lo que tienes en este momento.
La gratitud acelera bendiciones ✨
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